miércoles, 30 de noviembre de 2011

Porque paseas por la melancolía de tu felicidad

Mariposa de sueño, te pareces a mi alma
y te pareces a la palabra melancolía
Pablo Neruda

Porque me paseas por la melancolía de tu felicidad, y me agarras fuerte la mano, tan fría y tan suave a la vez, tan porcelana quebrada, transpirando esperanzas que guardar en cajas vacías o llenas de aire pero nunca de ausencia, y cuando te vas quedándote, y compartimos habitación, pero no estamos, y te encuentro sin buscarte, en poemas, fotos o memorias, en cerrar los ojos y pensarte, en pianos tristes de marfil y en la luz que entra por la rendija de la persiana. Encontrarte es relativo, como perderte, como escuchar la manilla de la puerta de la habitación, cerrándose silenciosamente, mientras sales, que es tan relativo que se cierre como que se abra, que te quedes como que te marches. 

Beatriz Rayón



domingo, 20 de noviembre de 2011

Aquella noche el mar no tuvo sueño


Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
  Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.


Luis Cernuda

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuando ya nada se espera


Fotografía: Catamaram. Jardines de la casa de Balzac. París. Octubre 2011.

 
Voz: Assumpta Serna

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTIRO

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya

martes, 8 de noviembre de 2011

Otoño juntos

Quiso el destino que nos dejara este otoño Tomás Segovia, el mismo y a la vez tan distinto otoño en que el poeta dedicaba este poema a Ramón Gaya en el tercer aniversario de su muerte.
El susurro de sus versos quedará en éste y otros muchos otoños:

Otoño juntos en la voz de su autor

OTOÑO JUNTOS

Otoño vuelve a colocarlo todo       
Mucho más en su sitio               
Después de barrer bien               
                                     
Aprovecha el frescor                 
Para hacer con el aire cuenta nueva 
Antes que el año acabe               
                                     
Otra vez sus caminos son de estreno 
Otra vez sonreímos de acordarnos     
Que antes que a todo lo demás       
venimos                             
A abrir las puertas y salir al fresco
Dejar sin aprensión nuestro envoltijo
envuelto                             
Y surcar ágilmente                   
Estas límpidas pozas cegadoras       
Donde toda jugada está siempre       
empezando                           
                                     
Pues remover la luz y el alborozo   
En este libre golfo zambullidos     
Es la animosa empresa más           
                rectamente nuestra   
Y correr al azar sin reticencia     
Por un jardín azul florido de       
llamados                             
Fue siempre la mejor manera         
de estar juntos.  

Tomás Segovia


Fotografía: Catamaram. París. Octubre 2011   

Jugando con la luna


La luna en la voz de su autor


La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

Fotografías: Sydney Shaw Arrivillaga

martes, 1 de noviembre de 2011

Aunque tú no lo sepas



En la voz de Luis García Montero

Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

                                                 
Luis García Montero


Fotografía: Catamaram. Villeneuve sur Lot. Octubre 2011.


Aunque tú no lo sepas,
me he inventado tu nombre.
Me drogué con promesas
y he dormido en los coches.

Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja,
fría cuando te marchas.

He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.

Aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto
con las manos tan llenas
cada día más flacos.

Inventamos mareas,
tripulábamos barcos,
encendía con besos
el mar de tus labios
Y toda tu escalera.


Quique González