Son las dos y alguien de la mañana. Las dos y alguien y alguien se muere. Alguien siempre se muere.
Son las dos y quién de la mañana. Y en la Habana está empezando a oscurecer. En Nueva Delhi los pájaros.
Son las dos y tú de la mañana y yo me muero de tristeza. Me muero del morir de los peces y los ríos. Me muero de ginebra y de limón. Me muero de memoria, de reloj, de dos y tú de la madrugada.
Son las dos y poesía de la mañana y alguien (yo) rompe mis poemas en trocitos que caen como lágrimas balcón abajo. Las dos y llorar de la mañana y alguien (yo) moja todos mis papeles.
Son las dos y un verso de la mañana y me duele la palabra.
Son las dos y tango de la mañana y en la habana, que anochece, alguien baila. Son las dos y nada de la mañana y dentro del vacío descansan las llenuras.
Son las dos y amor, amor, de la mañana. Y aquí me tienes. Rendido y desnudo.
© Horacio Holiveira
La persistencia de la memoria. Salvador Dalí. 1931.